La celebración litúrgica de la Eucaristía
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La Eucaristía es el sacrificio mismo del Cuerpo y de la Sangre del Señor Jesús, que Él instituyó en la Última Cena, confiando así a la Iglesia el memorial de su Muerte y Resurrección. Es signo de unidad, vínculo de caridad y banquete pascual, en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una muestra de la vida eterna.

Se le dan diversos nombres: Eucaristía, significa dar gracias; Santa Misa, porque se termina con el envío de los fieles (missio) a fin de que cumplan la voluntad de Dios en la vida cotidiana); Cena del Señor, Fracción del Pan, Memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, Sagrada Comunión, los cristianos forman un solo cuerpo con Cristo…

SAN JUSTINO: Sobre la EUCARISTÍA

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Desde el siglo II, según el testimonio de san Justino mártir, tenemos las grandes líneas del desarrollo de la celebración eucaristica. Estas han permanecido invariables hasta nuestros días a través de la diversidad de tradiciones rituales litúrgicas. He aquí lo que el santo escribe, hacia el año 155, para explicar al emperador pagano Antonino Pío (138-161), lo que hacen los cristianos.

  • El día que se llama día del sol, día del Señor para los cristianos, tiene lugar la reunión en un mismo sitio de todos los que habitan en la ciudad o en el campo.
  • Se leen las memorias de los Apóstoles y los escritos de los Profetas.
  • Cuando el lector ha terminado, el que preside toma la palabra para incitar y exhortar a la imitación de tan bellas cosas.
  • Luego nos levantamos y oramos por nosotros… y por todos los demás dondequiera que estén, a fin de que seamos hallados justos en nuestra vida y nuestras acciones y seamos fieles a los mandamientos para alcanzar la salvación eterna.
  • Luego se lleva al que preside el pan y una copa con vino y agua mezclados.
  • El que preside los toma y eleva alabanzas y gloria al Padre del universo, por el nombre del Hijo y del Espíritu Santo, y da gracias largamente porque hayamos sido juzgados dignos de estos dones.
  • Cuando el que preside ha hecho la acción de gracias y el pueblo ha respondido "amén", los que entre nosotros se llaman diáconos distribuyen a todos los que están presentes el pan y el vino "eucaristizados".
  • A nadie le es lícito participar en la Eucaristía, si no cree que son verdad las cosas que enseñamos y no se ha purificado en aquel baño que da la remisión de los pecados y la regeneración, y no vive como Cristo nos enseñó. Porque no tomamos estos alimentos como si fueran un pan común o una bebida ordinaria, sino que así como Cristo, nuestro salvador, se hizo carne y sangre a causa de nuestra salvación, de la misma manera hemos aprendido que el alimento sobre el que fue recitada la acción de gracias, que contiene las palabras de Jesús y con que se alimenta y transforma nuestra sangre y nuestra carne, es precisamente la carne y la sangre de aquel mismo Jesús que se encarnó. Los apóstoles, en efecto, en sus tratados llamados Evangelios, nos cuentan que así les fue mandado, cuando Jesús, tomando pan y dando gracias dijo: "Haced esto en conmemoración mía. Esto es mi cuerpo". Y luego, tomando del mismo modo en sus manos el cáliz, dio gracias y dijo: "Esta es mi sangre", dándoselo a ellos solos. Desde entonces seguimos recordándonos unos a otros estas cosas. Y los que tenemos bienes acudimos en ayuda de otros que no los tienen y permanecemos unidos. 'y siempre que presentamos nuestras ofrendas alabamos al Creador de todo por medio de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo".

San Justino, fragmentos de la Carta a Antonino Pío. Emperador, año 155.

San Justino es posteriormente martirizado junto a otros 6 cristianos porque se negaron a hacer sacrificio a los dioses, sí seguían las leyes pero se negaban a aceptar como dios al Emperador. La sentencia del prefecto Rústico dice: "Aquellos que no quieran hacer sacrificios a los dioses y obedecer al emperador serán azotados y decapitados según la ley."

SIGNOS de la EUCARISTÍA

Los signos esenciales del sacramento eucarístico son pan de trigo y vino de vid, sobre los cuales es invocada la bendición del Espíritu Santo y el presbítero (sacerdote), pronuncia las palabras de la consagración dichas por Jesús en la última Cena, cuando tomó un pedazo de pan en sus manos, dio gracias, lo partió y se los dio a sus discípulos diciendo: "Tomad y comed todos de él porque esto es mi cuerpo, que será entregado por vosotros".

Después tomó la copa de vino y dijo: "Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados. Haced esto en memoria mía".

Necesariamente el encuentro con Cristo Eucaristía es una experiencia personal e íntima, y que supone el encuentro pleno de dos que se aman. Quien recibe esta Gracia está en mayor capacidad de amar, de servir al hermano, de vivir más feliz y, además, alimentado con el Pan de
Vida debe estar más fortalecido para enfrentar las pruebas, para encarar el sufrimiento, para contagiar su fe y su esperanza. En fin, para llevar a feliz término la misión, la vocación, que el Señor le otorgue con ilusión y felicidad.

Para recibir la Sagrada Eucaristía hacen falta tres condiciones:

  1. Estar en gracia de Dios, sin pecado mortal.
  2. Saber a quién se va a recibir, acercándose a comulgar con devoción.
  3. Guardar una hora de ayuno antes de comulgar. La razón de guardar ayuno antes de comulgar es el respeto y reverencia hacia el Santo Sacramento.

Una vez recibido al Señor, hemos de hablarle, diciéndole cosas en silencio, leyendo oraciones o cantando. Son momentos de alabanza, de acción de gracias por tantas cosas; momentos de unión, comunión, con Dios que hemos de aprovechar.

ORACIONES para después de COMULGAR

Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh, buen Jesús!, ¡óyeme!
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame y mándame ir a Ti,
para que con tus santos te alabe por los siglos de los siglos.
Amén.
San Ignacio de Loyola

  • Quédate conmigo, Señor, porque es necesario tenerte presente para no olvidarte. Tú sabes con cuánta facilidad te abandono.
  • Quédate conmigo, Señor, porque soy débil y tengo necesidad de tu fortaleza para no caer tantas veces.
  • Quédate conmigo, Señor, porque Tú eres mi vida y sin Ti disminuye mi fervor.
  • Quédate conmigo, Señor, para mostrarme tu voluntad.
  • Quédate, Señor, conmigo, para que oiga tu voz y la siga.
  • Quédate, Señor, conmigo, porque deseo amarte mucho y estar en tu compañía.
  • Quédate, conmigo, Señor, si quieres que te sea fiel.
  • Quédate conmigo, Señor, porque, aunque mi alma sea tan pobre, desea ser para Ti un lugar de descanso, un nido de amor…
  • Quédate, Jesús conmigo, porque se hace tarde y el día declina… Esto es, se acerca la muerte, el juicio, la eternidad …
  • Quédate conmigo; necesito redoblar mis fuerzas a fin de no desfallecer en el camino y para esto tengo necesidad de Ti. Me inquietan las tinieblas, las tentaciones, las arideces, las cruces, las penas… ¡Cuánta necesidad tengo de Ti!
  • ¡Quédate, Señor, conmigo! A Ti solo busco: tu amor, tu gracia, tu voluntad, tu corazán, tu espíritu,porque te amo y no quiero otra recompensa que amar. Quiero un amor ferviente y profundo. Quiero amarte con todo mi corazón, aquí en la tierra, para seguir amándote con perfección por toda la eternidad.
  • Así sea.

Padre Pío


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